Cada vez está más extendido el rumor de que el consumo de lechuga provoca
la retención de líquidos corporales. Cada vez hay más gente en los foros de
internet que lo comenta, algunos hasta dicen que es peor si la consumen por la noche.
Hay gente que se dedica a poner dietas (la mayoría no dietistas) que la están
quitando de muchas dietas de adelgazamiento, cuando ha sido un alimento de
consumo libre en las mismas y todo ¿Por qué? Por nada, porque nadie me ha
sabido dar una explicación lógica. Además no he encontrado nada publicado en la
base de datos científica con la que yo trabajo diariamente (scopus) que sugiera
que la lechuga provoque tal efecto.
EL PORQUÉ DE QUE LA LECHUGA NO AYUDE
A RETENER LÍQUIDOS:
La
homeostasis: El control de la regulación de líquidos corporales
El agua es el componente que se encuentra en mayor proporción en nuestro
cuerpo, variando su porcentaje entre individuos en función de la cantidad de
tejido adiposo y muscular de cada uno. Es tan importante, que la pérdida del
20% aproximadamente de la misma, podría ocasionar la muerte. Para incorporar
agua a nuestro organismo no sólo es necesaria consumirla como tal, sino que los
alimentos, zumos, leche, refrescos nos ayudan también a mantenernos hidratados.
Normalmente las personas tomamos la misma cantidad de agua que la que perdemos
a través del sudor, orina, heces, respiración y pérdidas cutáneas (sudor).
¿Cómo se regula el equilibrio
hídrico?
Para entender bien el proceso imaginaos un muro que va a representar la
membrana de las células. Dentro del muro el principal electrolito es el potasio
y fuera de él predomina el sodio. Estos son los principales electrolitos que
van a regular el equilibrio normal de agua en nuestro cuerpo y gracias a ellos,
entre otros factores, entrará y se eliminará en la célula más o menos agua en
función de la concentración de estos electrolitos. Este proceso es conocido como homeostasis.
En condiciones normales, los riñones son capaces de regular la concentración de sodio, así cuando las
concentraciones en sangre de sodio son altas, se estimula la sensación de sed y
si son bajas, disminuye la cantidad de sodio que se excreta por la orina. Si
tomamos excesiva cantidad de sodio, y dicho
de una manera muy basta, se romperá este equilibrio homeostático y estaremos
favoreciendo la retención de líquidos. El consumo de sal en la dieta supone
aproximadamente un 40% del sodio total que ingerimos diariamente. Es por esto
que no se aconseja exceder los 6 gramos de sal diarios. Por supuesto se debe
intentar reducir el consumo de alimentos en los que la concentración del mismo
sea elevada, como es el caso de: embutidos, alimentos precocinados, encurtidos,
caldos preparados y concentrados, alimentos precocinados, frutos secos, algunos
cereales (mirar siempre la cantidad de sodio en el etiquetado antes de
comprarlos), carnes, quesos, snaks, productos procesados ahumados o curados y
salsas no caseras.
No hay que eliminar el sodio de la dieta, puesto que es necesario para la
conducción del impulso nervioso y el control de la contracción muscular. Como
todo, habrá que consumirlo en su justa medida.
Pero a lo que íbamos. ¿Qué pasa con
la lechuga?
La lechuga ha sido uno de los alimentos estrella en las dietas de
adelgazamiento. Se ha permitido su consumo libre en todas las dietas
precisamente por su composición. La lechuga es uno de los alimentos que nos
aporta mayor cantidad de agua, ya que está compuesta por un 96% de la misma. El
consumirla produce saciedad y proporciona vitaminas (retinol, ácido ascórbico,
riboflavina, tiamina y cianocobalamina) y minerales (calcio, magnesio, hierro, sodio
en baja cantidad manganeso, zinc y potasio en gran cantidad) a parte de
aportarnos parte de fibra. Además de todo esto, su aporte calórico es muy bajo
14 kcal por 100 gramos de lechuga consumida.
Si es rica en agua y potasio y baja en sodio no es posible que ayude a
retener líquidos a no ser que cuando la preparamos la aliñemos en exceso con
bastante sal. Si además la acompañamos de una cantidad considerable de aceite,
evidentemente las calorías del plato, subirán de manera considerable. Lo mejor
es aliñarlas con sazonadores especiados, que no tienen a penas cloruro sódico y
dan mucho sabor y con pulverizadores de aceite, con lo cual regularemos el
aporte de calorías.
La lechuga no debe ser eliminada de la dieta, y menos de las dietas de
adelgazamiento, ya que no existen referencias científicas publicadas hasta el momento
que hagan referencia a tal efecto.
Evidentemente hay alimentos que pueden sentar mejor o peor dependiendo de cada
individuo, pero no se deben atribuir propiedades no estudiadas ni eliminarlos
de manera generalizada a todas las personas, puesto que, en este caso, es de
los alimentos más saludables que tradicionalmente se han consumido y que forman
parte de la dieta mediterránea.
Consejo: Siempre
que no os sepan explicar el por qué de las cosas, buscad una segunda opinión.